Hacia mediados del s.XIX; aquél precursor de la tradición racionalista de la arquitectura francesa y promotor del regreso a los fundamentos del estructuralismo gótico, como una reivindicación de la antigua esencia estructuralista de la más pura tradición francesa, en contraposición a la tradición muraría, heredada de la arquitectura romana; dando lugar así a las primeras teorías ingenieriles de los albores de la Revolución Industrial aplicada a la arquitectura.
Viollet-le-Duc fue un verdadero inspirador para arquitectos célebres como Auguste Perret, muy reconocido por su emblemática obra de Notre Dame en Raincy, muy poco difundida, salvo en los ámbitos de la arquitectura: etérea, de aspecto sencillo, purista, y desprovista de ornamento, que respondía muy claramente a la necesidad de racionalidad constructiva que empezaba a imperar en la época tras el final de la primera Gran Guerra. Era el inicio del imperio del racionalismo en arquitectura, y se convierte en un hito, no sólo por tratarse de la primera obra construída íntegramente en hormigón armado (béton-armé), sino también, por conservar la tradición estructuralista ascensional más sintética del gótico francés, heredera precisamente de Viollet-le- Duc; y, que más tarde, influyera también en un Gaudí con su Sagrada Familia.
Muchas de las gárgolas y quimeras de Notre Dame, tan difundidas a partir del incendio, son resultantes de sus bosquejos; y, sobre todo, su famosa aguja en madera, que tanto impacto causó con su colapso durante el reciente incendio; fue también, una intervención de su autoría a partir de la original, que ya había sido demolida tiempo atrás, claro, muy criticado el proyecto en su tiempo por ser más intervencionista que restauracionista; que la alejaban del noble espíritu de una reconstrucción fidedigna y con una estilística no siempre probada desde el punto de vista historicista; hecho que generó en su momento grandes polémicas. Cada arquitecto siempre quiere dejar su propia impronta!!!.
Le-Duc, no solo fue una gran figura del estructuralismo, sino también un gran ególatra, que dejó inclusive su rostro tallado en la escultura de Santo Tomé, sobre las propias techumbres de Notre Dame, figura que sostiene una vara o regla con el nombre del propio Viollet-le-Duc, como el gestor de la restauración; un sello muy personalista, que bien nos hace recordar al gran Michelángelo firmando La Pietà, para que nadie dudara de su autoría; su única obra firmada.
La famosa aguja, más conocida como la “flecha” de Notre Dame, y casi la totalidad de sus techumbres en roble, lamentablemente, ya no están; hasta que sean nuevamente reconstruídas ,tal como aconteció en 1992 cuando otro incendio destruyó gran parte del castillo de Windsor. Pero,muy seguramente, será un desafío que dará lugar a la polémica! En realidad, el debate ya está en puerta sobre las teorías de carácter netamente restauracionistas, o bien, de aquéllas más disruptivas y de concepción intervencionista, sobre todo, cuando se trata de un edificio del calibre de Notre Dame.