Francia financia la obra mediante un aporte de 3,7 millones de euros y se calcula que llegará a su fin en marzo de 2014 para que el edificio, una típica mansión privada de la época en cuatro plantas, en el cual vivió el matrimonio de alcurnia constituido por Daniel Ortiz Basualdo y Mercedes Zapiola, recupere la lozanía perdida por lo inexorable del tiempo.
En la fachada que diseñó el arquitecto francés Paul Pater hay marcas de un deterioro producto del desgaste obvio del material utilizado y de la falta de un mantenimiento de cierta constancia. De todas formas, los 3.500 m2 de superficie total y los 800 m2 de los salones de recepción en planta baja y primer piso siguen siendo de los mejores exponentes de esa arquitectura gala que predominó en el gusto argentino de su alta burguesía del novecientos.
El lenguaje diplomático suele ser ceremonioso en palabras pero directo en simbología. Mientras Francia trata de reparar su sede diplomática en Buenos Aires, Uruguay, país que abrirá su tercera sede diplomática en África, decidió la venta del tradicional inmueble de nueve pisos que tiene para su embajada, ubicado en la esquina de Las Heras y Ayacucho, en el que incluso hay un hermoso auditorio para 200 asistentes.
Las autoridades orientales tienen la intención de mudar las oficinas de la embajada a la actual residencia del embajador en Argentina, una mansión ubicada en Figueroa Alcorta y Ortiz de Ocampo, en el corazón de Palermo chico, y alquilar otra casa o departamento para que viva el principal representante diplomático uruguayo en Argentina.
Como forma de exhibir un pasado en el cual las fricciones no habían llegado al drama de las contiendas armadas, como la historia lo exhibe en las invasiones inglesas y dos siglos después la Guerra de Malvinas, la embajada del Reino Unido de Gran Bretana e Irlanda del Norte se encuentra en otra mansión tradicional, la Antigua Quinta Hale, residencia de la familia Madero, hoy en Gelly y Obes 2301,entre Agote, Guido, Newton y República del Líbano.
Finalmente, para restarle dramatismo a los avatares del tiempo y las caprichosas formas de la diplomacia, digamos que para muchos porteños la Embajada que más les atrae queda en Santiago del Estero al 80, rodeada de edificios históricos, pasajes misteriosos como el Barolo. Así se llama un antiquísimo bar del 900 con almacén adjunto, en el cual pueden comprarse maravillosos jamones, sensacionales morcillas catalanas y butifarras inolvidables…
Una forma, si se quiere, de aceitar relaciones que se encuentran ríspidas, aunque no sean aconsejables para el colesterol…