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Portada / Obras Públicas / Nota

15.07.09

Los mapas del tercer milenio

El Estado debe reconocer que la planificación estratégica de las ciudades es una prioridad y a su vez el sector privado, como emprendedor, convocado y respetado como su principal colaborador.

Arq. Roberto Converti, director de Oficina Urbana.
Arq. Roberto Converti, director de Oficina Urbana.

La problemática global, que actualmente afecta al sistema económico y financiero internacional y el destino de millones de
habitantes de las más diversas naciones del mundo, tuvo notables expresiones de anticipación en las nuevas formas y modos de habitar el espacio público y privado urbano, el cual ha registrado un permanente y excepcional proceso de transformación, alterando las condiciones ya conocidas, por otras de nueva escala y dinámica, lo cual permitió un cambio, en la relación de la ciudadanía con sus ciudades.

La extensión de las aglomeraciones urbanas, advierte sobre el complejo inventario de acontecimientos, que han impuesto en simultáneo un gran condicionamiento social: la dispersión geográfica, la dinámica incontrolada de las migraciones, la
fragmentación, los nuevos tiempos de movilidad y comunicación en el territorio, la imposibilidad de muchos de encontrar un
sitio digno para la vivienda, la exigencia de insertarse competitivamente en los flujos globales y la dificultad permanente de
promover el desarrollo local.

Es por ello, que el valor y sentido de la discusión política sobre el derecho a un desarrollo urbano sustentable, se ha transformado en uno de los temas principales de foros y congresos especializados.

Así y en el presente contexto de crisis económica y financiera internacional, inaugural del tercer milenio, y admitiendo la continuidad de un ciclo social de evoluciones y mutaciones drásticas, el modo de cooperación público/privada, será uno de los temas fundamentales a considerar en la gobernabilidad y convivencia cívica por venir.

Con estos parámetros y en estas circunstancias, nuestro país está obligado a sobreponerse a las condiciones irregulares
existentes e inducir modificaciones de excepcionalidad, que provoquen un enorme salto en los modos de comprender y comportarse en los nuevos mapas sociales del tercer milenio. En este sentido, es el Estado quien, definitivamente, deberá cumplir un rol ejemplar. Para ello, estará obligado a sumar inteligencia, imaginación y buenas expectativas, para dinamizar los grandes recursos humanos y los medios económicos que logren modificar el continuo y recurrente escenario de crisis.

RECURSOS HUMANOS E IDENTIDAD TERRITORIAL

Si los ciclos económicos mundiales están cambiando, por su íntima dependencia, también se ha de modificar el orden social del territorio, un tema de gran importancia para definir las estrategias de la inversión y la producción inmobiliaria futura.

En este contexto, los nuevos procesos de inclusión o exclusión de las naciones a nivel internacional, deben atender el requerimiento por una mayor producción de alimentos, el transporte en gran escala de mercancías y pasajeros, la necesidad de más y mejor vivienda, la innovación permanente en tecnologías de la comunicación, la provisión estratégica de energías,
la transformación de la identidad cultural de las naciones, la incertidumbre por la movilidad del capital corporativo y la exigencia de las políticas de calidad ambiental, todas cuestiones que impactarán en la forma de habitar y ocupar el territorio.

Estas condiciones están promoviendo, la conformación de un nuevo criterio de ocupar el espacio habitado y con ello, el
futuro modo de constituir las comunidades, modificando el carácter y estilo de cualquier orden territorial precedente y
el modo de actuar tanto de funcionarios de gobiernos, como de profesionales y empresarios dedicados a esta tarea.

Es así, que la crisis financiera internacional también expresa la necesidad de generar procesos de anticipación estratégica
en la gobernabilidad de los proyectos de creación de valor y el destino de las características y la organización social de las
ciudades y la actividad inmobiliaria y el proceso profesional e industrial, que han de orientar el rumbo de la planificación
territorial y económica futura de naciones y regiones que la genera, lo son.

PÚBLICO Y PRIVADO

El Estado y el sector privado, ante esta propuesta de nuevo orden, deben juntos planificar cómo y de qué manera producir
un mejor hábitat urbano. Para ello una primera y fundamental tarea es cambiar el grave y despectivo concepto, con el cual
desde ciertos sectores se trata a la inversión y el trabajo de empresarios, emprendedores y profesionales de la arquitectura,
la ingeniería, la economía y la industria de la construcción, alentando una perspectiva tan crítica como agresiva, al tratar
a tan significativo sector, como si sólo se dedicara a una actividad especulativa y sin sentido social.

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