El proyecto permitirá la participación ciudadana antes de ser votado por la Legislatura porteña, y se busca dar lugar a todos los actores interesados en participar, organizando encuentros con representantes de las diferentes comunas, urbanistas, arquitectos, legisladores, múltiples ONG, entre otros.
A través de la Subsecretaría de Planeamiento de la Ciudad de Buenos Aires, el proceso de reuniones y consultas de participación ciudadana dio inicio con el encuentro de las instituciones que forman el Consejo del Plan Estratégico (CoPe). Durante el mismo se debatió en torno a los ejes principales que aborda el proyecto del Código Urbanístico: espacios verdes, densidad poblacional, articulación entre lo público y lo privado; entre otros temas.
En esta línea, el 12 de octubre comenzará el Foro Participativo del Consejo del Plan Urbano Ambiental, el cual convoca a diferentes ONG a participar de talleres y de un debate central, el cual incluirá la mayor cantidad de voces posibles.
El Código de Planeamiento Urbano vigente fue desarrollado en 1977 para instrumentar el Plan Director, que fuera sancionado quince años antes. Este plan se sustentó en los ideales del Movimiento Moderno y apelaba a zonificar la ciudad según las actividades que en ella se desarrollaban; el sustento de dichas actividades mediante las conexiones viales (autopistas), donde se jerarquizó el uso del automóvil particular; y el favorecimiento de las edificaciones de perímetro libre (torres); entre otras problemáticas. A pesar de las sucesivas actualizaciones, el Código tiene el mismo sustento ideológico de hace 40 años, lo que lo hace incompatible con los lineamientos del Plan Urbano Ambiental, definidos en 2008. A través del mismo se definió que Buenos Aires debe convertirse en una ciudad integrada, policéntrica, plural y saludable.
El nuevo Código Urbanístico surge como respuesta a este panorama, ya que permitirá diseñar una ciudad a escala humana, donde el vecino sea el principal beneficiario de todas las transformaciones de Buenos Aires. Más importante aún, se conservará la identidad de los barrios y se impulsará el desarrollo de las áreas relegadas. Esta reforma propone reglas de juego más claras y sencillas, que evitan diferente tipo de interpretaciones y permiten prever el crecimiento y desarrollo de la ciudad para los años posteriores.