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Portada / Bienes Raíces y Arquitectura / Nota

27.05.14

El estadio verde de la Copa del Mundo

A poco del inicio del campeonato mundial de fútbol en Brasil, en un encuentro organizado por la Cámara Argentina de la Construcción y el IERIC, estuvo en Buenos Aires el arquitecto Eduardo Castro Mello, titular del estudio que lideró el rediseño del Estadio Nacional de Brasilia, Mané Garrincha, obra candidata a la certificación Leed Platinum.

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La renovación del estadio, que costó unos US$ 476 millones sólo en las obras del concreto, sin incluir equipamientos ni energía, fue proyectada no solamente para recibir partidos de fútbol – siete de la copa se desarrollarán allí- , sino una serie de otros eventos, como shows, espectáculos, conferencias y reuniones. La estructura cuenta con 74 palcos, 276 baños, 54 bares y 2 restaurantes; por lo que se convertirá en una opción más de entretenimiento y atracción para turistas y residentes de Brasil. “El legado debe ser un estadio para un planeta más sostenible, un esfuerzo y un modelo para seguir en el mundo” sostuvo su hacedor durante el encuentro, en el que fue presentado por el director del Área de Pensamiento Estratégico de la CAC, ingeniero Fernando Lago y el asesor de la institución, arquitecto Juan Carlos Angelomé.



El estadio planteó la iniciativa de una copa verde, y la relación entre deporte, ambiente y sustentabilidad, lógica que fue bien aceptada por la sociedad brasileña. La financiación, provino de la venta de terrenos en propiedad del Estado, y la capacidad para 72.788 asistentes, cuya evacuación lleva unos 8 minutos, se verá reducida durante el Mundial, en razón de requerimientos de espacios pedidos por la FIFA.

La construcción, unos 219.000 m2, se hizo en el sitio del antiguo estadio, demolido en 2010, “con más del 90 % de los materiales reciclados en el lugar” sostuvo Castro Mello, quien detalló que la búsqueda del más alto nivel de certificación parte de la ubicación, a la que se puede llegar a pie y en bicicleta (tiene 3500 espacios para guardarlas), la eficiencia energética, la reducción del consumo de agua potable por captación en reservorios especiales para su reutilización, reducción del efecto de isla de calor, aumento de la vegetación y el diseño de una fachada abierta para aprovechar los vientos y otros detalles específicos de acuerdo con el clima de la zona seca que lo cobija. El parque circundante tiene 75 hectáreas.

Respecto de la evacuación, el estadio se divide en 4 sectores y posee 8 pisos, 19 portones y 158 molinetes en los puntos de entrada. La circulación también podrá ser hecha por las 50 rampas, 4 escaleras mecánicas, 60 escaleras y 20 ascensores. En los alrededores se disponen 618,000 m2, que facilitan el acceso a todos los niveles de tribuna de manera independiente y rápida.

Para la construcción, se utilizaron más de 117.000 m3 de hormigón, 22.200 toneladas de acero, 170 toneladas de arena y 15 mil m3 de madera. Todo lo que salió del antiguo estadio fue reaprovechado en la propia obra o en cooperativas de reciclaje del Distrito Federal.

Entre otros aspectos sustentables, además del uso del agua, figura una membrana fotovoltáica en el techo que capturará la contaminación cuando descienda y romperá los compuestos tóxicos para limpiar la atmósfera.

EL AUTOR

Eduardo Castro de Mello es arquitecto y consultor en arquitectura deportiva desde 1970. Ha liderado el diseño de las principales instalaciones deportivas en Brasil y en el extranjero, entre las que figuran los trabajos premiados en la Bienal Internacional de Arquitectura. Es miembro del consejo de la IAKS-LAC, Asociación Internacional de Deportes, departamento América Latina y Caribe, con sede en Alemania. Tiene numerosos artículos publicados en libros y revistas nacionales e internacionales especializados en la temática.
 

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