La reactivación de este sector es más lenta en la provincia y en la Ciudad de Buenos Aires, menor actividad que se explica tanto por factores públicos como privados. Hay menor obra pública, compatible con las complicaciones financieras que tienen los gobiernos en sus distintos niveles. En la parte privada, la población cuenta con menor poder de compra y menos crédito. Sin embargo, para los inversores, ha sido una oportunidad, porque los costos de construir, medidos en dólares blue, han disminuido significativamente.
Para el futuro, considera el relevamiento, una reactivación de la actividad económica juega a favor del sector, aunque hay puntos que no están tan claros. El gobierno nacional ha anunciado una renovación del programa Procrear y un fuerte plan de obras públicas, pero el gran problema está en su financiamiento. El déficit fiscal continúa creciendo, y es difícil que pueda endeudarse para cumplir con aquellos planes. Por el lado privado, es difícil creer que haya una recuperación sostenida en los créditos, especialmente en los hipotecarios (salvo Procrear). La estrategia antiinflacionaria del gobierno nacional todavía incluye el uso de Leliqs, que le quita capacidad prestable a los bancos.
USO DE INSUMOS
Un indicador global, el ISAC (Indicador sintético de la actividad constructora), indica que el uso de insumos de la construcción en el primer semestre ha caído un 38% interanual, cayendo muy fuerte en abril (-70% con respecto a febrero), pero posteriormente se ha ido recuperando, en junio un -7% por debajo del nivel pre-pandemia. Un punto a aclarar es que, previa al coronavirus, este indicador presentaba tendencia decreciente, con oscilaciones, desde fines de 2017 (actualmente está un -30% con respecto a aquel máximo).
Todas las regiones siguen una tendencia similar. La actividad venía decreciendo (la mayoría lo hacía gradualmente, y mucho más fuerte en CABA), luego hubo una abrupta caída en abril, asociada a la cuarentena, para posteriormente iniciar una recuperación, muy leve en CABA y en Buenos Aires, y muy fuerte en varios puntos del país, más llamativamente en la región pampeana, excluida Buenos Aires. Mendoza está en una situación promedio. En esos últimos casos, la actividad constructora está por encima al nivel pre-pandemia (considerando datos sin estacionalidad). Un punto llamativo es que el repunte en la compra de insumos de construcción a partir de mayo no se ha observado en el empleo en la construcción.
Para el futuro, la reactivación económica favorecerá la actividad constructora, siempre y cueando se traduzca en mayor crédito y en mayor poder de compra de salarios e ingresos de la población. También si mejoran las finanzas de los gobiernos nacional y provincial, que les permita ejecutar su plan de obras públicas. Mientras se mantengan la incertidumbre económica, es probable que la recuperación en la construcción sea más lenta de lo esperada, concluye el informe del IERAL.