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Portada / Bienes Raíces y Arquitectura / Nota

30.01.12

Edificio escolar en París sobre ruinas marginales

En Le Courneuve, suburbio de la capital francesa, el arquitecto y urbanista Dominique Coulón aprovechó los restos de un bloque de departamentos degradados derribados en el 2004 para, desde la memoria del lugar, superarla en el presente.

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La escuela, llamada Josephine Baker en homenaje a la famosa cantante que adoptaba huérfanos de distintas razas, es una obra desarrollada a partir del complejo residencial pensado en la década del 50 para una clase media progresista y terminó como gueto para inmigrantes empobrecidos por las guerras.

Coulón respetó el plan urbanístico ideado por Bernard Paurd para el barrio, que recuperó los signos de las pasadas planificaciones, con la voluntad de partir de la historia sin ignorarla. Así es que el edificio escolar se caracteriza por volúmenes cerrados en curso horizontal, interrumpidos y animados por aberturas que sobresalen, y donde el color contribuye también a la fragmentación de las fachadas.

El plano deriva de la oposición entre los espacios clásicos del jardín de infancia y de la escuela elemental a los que se conectan con la zona de juegos por un lado y la cafetería por el otro, gracias a un sistema de rampas que circunscriben el jardín, creando un anillo, abierto sólo en correspondencia con la entrada al sur.

En la geometría de las paredes interiores y exteriores se releen los signos de la planificación urbanística de numerosas edificaciones y de demoliciones que ese barrio ha sufrido: la asimetría y las líneas partidas crean espacios  que dan la impresión de haber sido arrancados por las vicisitudes históricos y fuertemente queridos para un renacimiento del barrio.

La línea más dura es la que parte en dos la arquitectura de norte a sur en correspondencia con el patio verde, porque retoma la de uno de los bloques de apartamentos Presov y Ravel que fueron derribados con dinamita el 23 junio del 2004.

Remontándose al plan urbanístico de los 4.000 alojamientos construidos a partir de 1956, con el paso de los años estos complejos para viviendas de alta densidad demográfica se transformaron en guetos, en los que París vertió inmigrantes o familias necesitadas quitándoselos de encima como preservación del centro de la ciudad.

Estos barrios, de nivel de vida era muy bajo y muy fuerte el sentido de abandono, fueron minados por el delito. París los cedió a la municipalidad de Le Courneuve y la recuperación del territorio como comunidad y no de vaciadero de la metrópoli, permitió iniciar la estrategia de reciclado urbano caracterizado por el derribo de muchos bloks de vivienda  construidos entre los 50 y 60.

Esta construcción nacida donde hubo demoliciones muestra que Coulon no se permitió eliminar la memoria de esos episodios, sino usarla con sabiduría como símbolo de una historia urbana, de una época lacerante, sobre la cual surge un nivel de arquitectura con compromiso histórico y social.

Un color naranja surge de las aberturas y pareciera desbordarse sobre las rampas, imita el torrente de una sangre nueva en el renacimiento de una vieja historia de la cual Coulón parece aprender de la historia cuánto mas conviene reconocerla que negarla.

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