En esta ocasión, se utilizaron paneles para fachadas de Hunter Douglas para conformar la piel del edificio, en color plateado, mediante los cuales este volumen separado del piso logra integrarse con el entorno: el agua del río, el cielo, los edificios, y los barcos circundantes.
La solidez que se aprecia desde el exterior revela otra realidad en el interior: protección de la incidencia directa del sol, privacidad, un espacio de trabajo luminoso, y la posibilidad de apreciar el paisaje exterior.
Además, en esta fachada se trabajó con un panel específico, aplicado en los sectores de mangas, brindando protección solar a las fachadas más expuestas de estos volúmenes que se transformaron en salas de reuniones. En la visión nocturna, el edificio cobra otro tipo de protagonismo al producirse un juego de luces con las perforaciones especiales, reflejándose en el agua. Tanto en el interior como en el exterior del edificio, se eligieron cielorrasos que cumplen un papel fundamental, ya sea por cuestiones estéticas como funcionales. En el exterior, se utilizaron cielos que ayudan a reducir la gran altura generando un aspecto atractivo con el juego de luces y sombras que produce la profundidad de estos paneles. Para el interior de la nueva sede de Puerto de Buenos Aires, se eligieron dos tipos: en un formato rectangular, son bandejas modulares perforadas, que brindan confort acústico, y además son desmontables. Su disposición en forma de islas sobre los puestos de trabajo permite jugar con calles de iluminación entre ellas y se suman a la tendencia de diseño de oficinas con espacios flexibles, amplios y eficientes.