En el encuentro no se soslayó el obstáculo que significó la devaluación para las empresas, al tener activas o desarrollar nuevas herramientas digitales, que implican costos en dólares, con ingresos en pesos. De todas formas, los costos y la necesidad de avanzar cada vez más en mejorar las herramientas tecnológicas, se planteó como una necesidad a debatir.
Una interesante exposición fue la del especialista Alejandro Repetto, quien se refirió a la inteligencia digital y la inteligencia de las cosas, partiendo del vaticinio de Bill Gates de que “Los dispositivos se conectarán de manera inteligente para intercambiar datos”. En efecto, desde 2008 hay ya más conexiones que personas en el mundo, que sacan datos de la realidad física y la transforman en cosas lógicas. Y la proyección, indicó, augura 64 billones de dispositivos conectados para el 2026 que podrían generar unos US$ 15 trillones, ya que “hoy el dato es un negocio por si mismo”. Una base de datos y procesamiento puede permitir ser reactivo, proactivo o predictivo si se realiza una vinculación entre lo físico y lo digital.
Llevado al terreno inmobiliario, sostuvo que podría definirse el valor de un alquiler, con certeza si se mide el tránsito de público y hasta el target del vecindario. Buenos Aires tiene 1300 censores, de los cuales 100 son meteorológicos y ambientales, que permiten censar ruidos, paso de vehículos, usuarios de bicisendas, y hasta el grado de saturación de las alcantarillas. Una amplia gama para investigar, para su posterior uso en el procesamiento de datos y la toma de decisiones certeras.
En el ámbito privado, los sensores pueden medir en un negocio la contaminación sonora, el perfil del visitante, los consumos energéticos, la seguridad. “Donde aparece un dato florece un negocio” aseguró e instó a evaluar proyectos phygital, que unan la realidad física con lo digital y permitan hacer un prototipo que los identifique.