A medida que se fueron colocando los nuevos tramos de vías se controlan las soldaduras, el ancho de trocha que mide la distancia entre los dos rieles y los “peraltes”, que es la inclinación que toma la vía ante una curva. También testeos de los sistemas de potencia que brindan energía a los trenes y en los centros que están en cada una de las estaciones, y los centros que brindan energía a todas las instalaciones de la estaciones (sistema de ventilación, escaleras mecánicas y ascensores, pozos de bombeo, sistema contra incendios, de comunicaciones y señales).
Las pruebas de las señales son parte de los controles y finalmente se hace las pruebas de trenes, la llamada marcha blanca: un recorrido con una formación vacía a lo largo de las tres estaciones, parando, abriendo y cerrando puertas, tal cual cómo funciona durante el horario de servicio.
Esta instancia dura una semana, en donde los motorman se familiarizan con el trayecto y los tiempos de viaje.
SOBRE LA OBRA
Las 3 nuevas estaciones de la Línea E -Correo Central, Catalinas y Retiro- extienden el trayecto desde su antigua cabecera en la estación Bolívar, permitiendo que los usuarios puedan llegar desde Flores a Retiro en solo 32 minutos.
“Con la extensión del Subte hacia el norte, se suman 2 kilómetros y se incorporan 63.000 pasajeros a toda la red, además de beneficiar a los 90.000 que utilizan la línea por día”, aseguró Franco Moccia, ministro de Desarrollo Urbano y Transporte porteño.
La obra fue impulsada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y realizada por el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad, a través de Subterráneos de Buenos Aires (SBASE).